En Estados Unidos, a partir de finales de
la década de los setenta, se dio un fenómeno literario interesante:
comenzó a fraguarse un gran interés por el cuento corto. Autores
como Cheever, Richard Yates, Raymond Chandler, etc, comenzaron a
publicar de la mano de editores como Gordon Lish, que dio una mayor
importancia a este género en detrimento de la novela.
Sin
embargo, a finales de los noventa, parecía que este boom estaba casi
agotado. Pero no lo estaba en absoluto. Era sólo que las editoriales
habían obviado a las voces femeninas del cuento de ficción. Ahora,
con el tiempo, son dos las que están siendo más reconocidas: Lucia
Berlin, con su Manual para mujeres de la limpieza y Amy Hempel.
Mientras el prototipo de escritor de cuentos masculino era un hombre
acomodado de mediana edad que suele escribir sobre las miserias de la
clase media alta americana y es profesor de escritura creativa, el de
las mujeres es diferente. Suelen desempeñar todo tipo de trabajos,
no necesariamente relacionadas con la literatura. Por ejemplo, Amy
Hempel fue paseadora de perros o auxiliar forense. Y aunque su
escritura puede llegar a resultar fría en ocasiones, no renuncian a
plasmar el mundo de los sentimientos.
Escribir
sobre lo que más nos asusta o nos da miedo, nos remite directamente
a la escritura peligrosa. Además, su estilo minimalista y crudo en
ocasiones, la hace deudora de esta corriente. De hecho, su cuento La
cosecha, se usa como ejemplo de este tipo de escritura.
Amy
Hempel se centra en poner el foco en un aspecto determinado, Y
después elabora un cuento capaz de girar alrededor de él.
Las historias de Cuentos Completos son cortas y no suelen durar más de diez páginas (salvo
ejemplos concretos como Tumble Home). Tiene cuatro
recopilaciones de cuentos y novela corta: Razones para vivir, A
las puertas del reino animal, Tumble home y El perro del
matrimonio. Son historias cotidianas, situaciones corrientes.
Aísla cada situación y la convierte en una historia, con mucha
tristeza pero también con mucho humor. Ve la realidad como algo poco
interesante, corriente, pero también inverosímil y absurdo.
Y es en
este absurdo donde encuentra la ironía de toda situación, por muy
desesperado que sea lo que está contando. Para Hempel todo se puede
ver desde una doble perspectiva: en todo drama hay un grado de
ironía, en todo lo cotidiano hay algo de extraordinario. De hecho,
en Tumble Home la protagonista escribe una carta a su exnovio
desde lo que intuímos que es un psiquiátrico. Pero, lejos de ser un
entorno desagradable, Hempel se centra en las relaciones de amistad
que establece un grupo de internos.
Las
historias de Hempel tienen un fondo triste, pero no dejan mal sabor
de boca. No es el cinismo desgarrado de Carver, por ejemplo. Él
también usa situaciones cotidianas para elaborar sus relatos, pero
no deja lugar a la esperanza. Pero con Amy Hempel no ocurre eso. El
escritor Rick Moody llegó a decir que Hempel es la escritora que
silba en un cementerio.
Y su
lenguaje, aunque parco en palabras, tiene unas definiciones
maravillosas. No carece de sentimiento, aunque a veces se trate de un
sentimiento arrrebatador que nos impide casi respirar. Hempel escribe
sobre la soledad, la decadencia o los matrimonios rotos, pero siempre
reconociendo la belleza del mundo.
Os dejo con uno de los cuentos que más me han gustado de este libro.
EN EL
REFUGIO ANIMAL
Cuando
ves a una mujer hermosa, sabes que alguien está ya cansado de ella.
Eso dicen los hombres. Y yo sé a qué se dedican esas mujeres con
esa belleza cansada que alguien ya no desea. Esas mujeres obligadas a
vivir como el pino blanco en la alta sierra, allí desde antes del
nacimiento de Cristo, nutrido quién sabe cómo por el viento alpino.
Esas
mujeres recurren a los animales y se dedican a alisar, día tras día,
el pelaje de alguno dentro de una jaula y preguntándole: “¿Cómo
está hoy el bebé de mamá? ¿Está el bebé de mamá solo y
triste?”
Las
mujeres se marchan al final de la jornada y se paran un momento con
el encargado para preguntarle: “¿Irán a buenas casas?” Y
regresan aproximadamente al día siguiente, y se paran a examinar a
un gato tuerto, y preguntan, como si tuvieran intención de
adoptarlo: “¿Cómo podría presentarle un nuevo gato a mi perro?”
Pero
rara vez se produce una adopción. Lo único que cuenta es que las
mujeres tienen a alguien a quien abandonar, dejando atrás a
solitarias criaturas que nunca las abandonarían a ellas si les
entregaran alguna vez su corazón.
Comentarios
Publicar un comentario