La emisión por parte de Netflix de la serie “Good Omens”, protagonizada por David Tennant y Michael Sheen, es una buena ocasión para recuperar este ya clásico de la ficción fantástica.
Azirafel es un ángel y Crowley un demonio. Los dos viven en la Tierra desde tiempos inmemoriales, lo que les ha conferido cierta perspectiva sobre el Creador y sobre los asuntos humanos.
Sin embargo, un buen día se pone en marcha el Apocalipsis: nace el Anticristo y los Cuatro Jinetes se reúnen para cabalgar una última vez (salvo Peste, que tras la invención de la penicilina, ha sido sustituida por Polución). Todo ello fue augurado por la bruja Agnes la Chalada hace muchos siglos. Ahora, su última descendiente, Anathema Device, intenta descifrar las señales con la ayuda del libro que escribió su antepasada.
Además, Adán, el Anticristo, tras una confusión, termina siendo educado por una familia inglesa de clase media. El niño no es consciente de sus poderes, aunque poco a poco descubre que puede adaptar la realidad a todos sus deseos.
Como cualquier otro libro de Terry Pratchett (y si encima le añadimos el genio de Neil Gaiman), el libro está lleno de una ironía sutil y comedida. En él se analizan aspectos como los planes de Dios o la estupidez humana. Pero como ambos enviados no pueden intervenir, sólo vigilar, terminan siendo jueces imparciales de los acontecimientos. Y no sólo del fin del mundo, sino de todos los hechos importantes, ya que llevan miles de años en la Tierra. Han visto la expulsión del hombre del Edén (de hecho, Crowley, entonces llamado Crawley, encarnó a la serpiente que les dio la manzana), el Diluvio Universal o la muerte de Cristo, al que consideraban incluso “un buen tipo”.
La adaptación a la serie de televisión es realmente buena. Sigue el libro de una forma bastante literal, aunque es cierto que algunos chistes se han perdido (como el de las cintas de Queen). No obstante, los guionistas han introducido algunos guiños a los fans del libro. Tiene el tono británico de otras adaptaciones de libros de Terry Pratchett, como Papá Puerco o El color de la magia. La magia de esta adaptación reside en sus actores, cuya presencia aporta el éxito a la serie. La encarnación que David Tennant hace de Crowley es notable, pero Michael Sheen tampoco se queda atrás. Ambos están sobrios y comedidos y encarnan a la perfección sus papeles: el de un ángel y un demonio que carecen de verdadero poder, y simplemente son unos mandados dentro de sus respectivos bandos.
El libro fue reeditado hace algunos años, perdiendo su portada original a favor de otra más sencilla. Es una pena, y esperemos que las posteriores reediciones recuperen la antigua, más recargada, pero más cercana a las intenciones de los autores.
Siempre quedará el eterno dilema de cuánto escribió cada autor. Ambos lo aclararon en algunas entrevistas. Parece que Pratchett escribió más, pero que Gaiman lo unió dándole un sentido y un concepto de unidad. En todo caso, no es lo más importante. Lo verdaderamente notable es que nos dejaron un libro lleno de personajes inolvidables y de reflexiones que a veces rozan el absurdo (como la propia Humanidad a ojos de un ángel y un demonio). Un gran legado por parte de dos grandes escritores, uno de los cuales no murió, sino que como dijo la propia Muerte en Buenos Presagios: NO HA MUERTO, SE HA ADELANTADO PARA EVITAR EL TRÁFICO.
Sin embargo, un buen día se pone en marcha el Apocalipsis: nace el Anticristo y los Cuatro Jinetes se reúnen para cabalgar una última vez (salvo Peste, que tras la invención de la penicilina, ha sido sustituida por Polución). Todo ello fue augurado por la bruja Agnes la Chalada hace muchos siglos. Ahora, su última descendiente, Anathema Device, intenta descifrar las señales con la ayuda del libro que escribió su antepasada.
Además, Adán, el Anticristo, tras una confusión, termina siendo educado por una familia inglesa de clase media. El niño no es consciente de sus poderes, aunque poco a poco descubre que puede adaptar la realidad a todos sus deseos.
Como cualquier otro libro de Terry Pratchett (y si encima le añadimos el genio de Neil Gaiman), el libro está lleno de una ironía sutil y comedida. En él se analizan aspectos como los planes de Dios o la estupidez humana. Pero como ambos enviados no pueden intervenir, sólo vigilar, terminan siendo jueces imparciales de los acontecimientos. Y no sólo del fin del mundo, sino de todos los hechos importantes, ya que llevan miles de años en la Tierra. Han visto la expulsión del hombre del Edén (de hecho, Crowley, entonces llamado Crawley, encarnó a la serpiente que les dio la manzana), el Diluvio Universal o la muerte de Cristo, al que consideraban incluso “un buen tipo”.
La adaptación a la serie de televisión es realmente buena. Sigue el libro de una forma bastante literal, aunque es cierto que algunos chistes se han perdido (como el de las cintas de Queen). No obstante, los guionistas han introducido algunos guiños a los fans del libro. Tiene el tono británico de otras adaptaciones de libros de Terry Pratchett, como Papá Puerco o El color de la magia. La magia de esta adaptación reside en sus actores, cuya presencia aporta el éxito a la serie. La encarnación que David Tennant hace de Crowley es notable, pero Michael Sheen tampoco se queda atrás. Ambos están sobrios y comedidos y encarnan a la perfección sus papeles: el de un ángel y un demonio que carecen de verdadero poder, y simplemente son unos mandados dentro de sus respectivos bandos.
El libro fue reeditado hace algunos años, perdiendo su portada original a favor de otra más sencilla. Es una pena, y esperemos que las posteriores reediciones recuperen la antigua, más recargada, pero más cercana a las intenciones de los autores.
Siempre quedará el eterno dilema de cuánto escribió cada autor. Ambos lo aclararon en algunas entrevistas. Parece que Pratchett escribió más, pero que Gaiman lo unió dándole un sentido y un concepto de unidad. En todo caso, no es lo más importante. Lo verdaderamente notable es que nos dejaron un libro lleno de personajes inolvidables y de reflexiones que a veces rozan el absurdo (como la propia Humanidad a ojos de un ángel y un demonio). Un gran legado por parte de dos grandes escritores, uno de los cuales no murió, sino que como dijo la propia Muerte en Buenos Presagios: NO HA MUERTO, SE HA ADELANTADO PARA EVITAR EL TRÁFICO.
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