Es un hecho cierto que
los escritores nos sentimos atraídos por el deporte del boxeo. Donde
otros sólo ven brutalidad e instinto animal, nosotros vemos belleza.
Tal vez en el fondo nos sentimos como esos boxeadores a los que todo
el mundo dice que no salgan a pelear, que se retiren. A los
escritores nos dicen lo mismo: que busquemos un trabajo de verdad.
Pero unos y otros nos quedamos y seguimos peleando, sin conocer el
motivo.
Son muchos los escritores
que se han dedicado a hablar del boxeo. Es bien sabido que Ernst
Hemingway disfrutaba con este deporte y que Joyce Carol Oates llegó
incluso a dedicarle un ensayo. Jack London, maestro de personajes
perdedores, también escribió sobre las doce cuerdas (ahora
dieciséis). Y tampoco se resistió a sus encantos Julio Cortázar.
Esta antología editada
por Demipage reúne a autores tan dispares que hablan de algo tan
bumano como la lucha, el no rendirse, el aspirar a ganar un último
combate antes de retirarse. Tal vez en España el ejemplo más
notable de escritura sobre boxeo sea Ignacio Aldecoa, pero también
tenemos muchos más nombres a un lado u otro del charco: Ray Loriga,
Juan Villoro, Juan Carlos Onetti, Fernando León de Aranoa o Jack
London son algunos de los autores que pululan por estas páginas.
Descubriremos peleas amañadas, boxeadores que lloran, otros que lo
tuvieron todo y lo perdieron, otros que se dejan ganar por k.o.,
otros que van a los puntos, otros que sólo necesitan un buen filete
para poder seguir peleando. Los relatos están ordenados siguiendo
las categorías del boxeo: peso pesado, welter, ligero, pluma, etc.
La antología se completa con un par de crónicas sobre este deporte.
Cuna de perdedores, el
boxeo carece de un halo de humanidad del que otros deportes carecen.
Por cada Mohamed Alí (para mí siempre será Cassius), cada Foreman
o cada Javier Castillejo, hay decenas y decenas de aspirantes que
terminan sirviendo de sparrings. Es en este deporte donde mejor se ve
la ley de la selva de forma desesperada y desolada. Urtain, Poli
Díaz, etc, son sólo algunos ejemplos trágicos de boxeadores que
buscan la redención. Son sólo algunos nombres de personas que salen
cada noche a pelear y que nunca saben si regresarán a casa o
terminarán besando la lona.
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