Una galaxia caníbal es
una formación gigantesca de estrellas y planetas que gira por el
espacio infinito mientras devora a otras galaxias más pequeñas.
Esta es la explicación que da el protagonista, Joseph Brill, que
abandonó una brillante carrera de astrónomo para terminar
dirigiendo una escuela en el Medio Oeste americano. Atrás quedó una
juventud llena de sueños en la que Joseph terminó dándose por
vencido. Sólo la presencia de una madre, Hester Lilt, vagamente
conectada con el mundo académico, le servirá de revulsivo.
Joseph Brill ha llevado a
cabo un ambicioso proyecto para alumnos judíos. Se trata de una
escuela que aborda de forma conjunta estudios seglares y religiosos,
con un nivel de exigencia elevado. Esta idea no es original suya,
sino que la tomó prestada de un pensador cuya obra leyó encerrado
en un convento. Su supervivencia dependía de que ninguna de aquellas
monjas lo delatase a los alemanes que estaban invadiendo Francia y
llevándose a sus compatriotas y a su familia a campos de
concentración.
La galaxia caníbal
(Editorial Mardulce) trata también de la dureza con la que juzgamos
a las personas que nos rodean y de la incapacidad de juzgarnos a
nosotros mismos. El director Brill se precia de haber visto siempre a
los mismos alumnos a lo largo de toda su carrera, sin equivocarse.
Sabe quién será el triunfador, quién repetirá los pasos de su
madre o quién fracasará estrepitosamente. Sin embargo, la
experiencia le enseñará que hay caracteres que no necesitan brillar
para demostrar que tienen un fuego propio. Beulah Lilt, hija de la
escritora y pensadora Hester Lilt, es una joven anodina que desafía
todas las convenciones. El director no quiere darse por vencido con
ella, y sin embargo, hay veces en las que nada es lo que parece.
Se trata de un libro muy
judío, en el buen sentido de la palabra. Los escritores judíos
tienen una forma peculiar de escribir, desde Frank Kafka a Woody
Allen, que refleja el dolor y el sufrimiento que ha padecido su
pueblo con los siglos. Esto no es ni mucho menos peyorativo, y es
inevitable que sus obras reflejen una atmósfera general de pesimismo
heredada de los progromos y de la exterminación en campos de
concentración. ES lo que le ocurre a La galaxia caníbal.
Aunque el director Brill atraviese una época relativamente feliz de
su vida (aunque en el fondo no lo sea, y siempre estén presentes los
reproches de sus hermanas parisinas), hay siempre un halo de
melancolía que impregna todas las páginas.
Sin embargo, es notable
la progresión del libro. Cómo una historia aparentemente sencilla
se va complicando con el ejercicio de introspección que ejercer el
protagonista. Cómo nos hace mirar con la mirada del americano
adoptado que le debe todo a su país, pero que en el fondo no ha
dejado de ser un hombre asustado escondido de los alemanes.
Comentarios
Publicar un comentario