Dieciséis historias sobre el lado oscuro de las pasiones humanas recorridos por el hilo conductor del agua y los ahogados que moran bajo ella.
Para La lengua de los
ahogados (Menoscuarto Ediciones), la muerte bajo el mar no es
definitiva, sino que aquellos que perecen bajo sus aguas continúan
una especie de no existencia entre sus corrientes mucho más
placentera que la que tuvieron en vida. Pero el miedo a ese
purgatorio marino, a ese limbo de cieno, hace que algunas personas no
quieran ni acercarse al agua, que después de todo, no es el medio
natural del hombre. Así, los ahogados comentan, se cuentan historias
en una lengua antigua y fetal, con sus gargantas movidas por las
corrientes de agua.
Pero esta existencia
contrasta en gran manera con la de aquellos que deciden permanecer en
tierra, donde tampoco faltan pasiones oscuras y la naturaleza humana
tira irremisiblemente hacia esa parte sombría de la vida. Por sus
páginas, y a lo largo de los dieciséis relatos, desfilan músicos
ambulantes poseedores de oscuros secretos, amigos de la infancia que
se convierten en el epicentro del mundo, personas que buscan repetir
la vida de sus padres, hombres obsesionados con la existencia de los
antiguos inquilinos de su piso, hijos ilegítimos que buscan el
sentido de su existencia, etc.
Son vidas normales, que
oscilan en la cuerda floja, existencias de personas que intentan
sobrevivir en un mundo en el que el destino les ha repartido una mala
mano de cartas. Muchos se resignan, otros son perdedores, pero la
mayoría hace lo que puede. Son personajes que salen del libro para
cobrar una inquietante semejanza con cualquiera de nosotros. Y todo
ello enmarcado por un lenguaje pulido y un estilo decididamente
valiente, capaz de crear atmósferas en las que el lector sabrá
reconocerse. Un magnífico libro que atrapa desde el principio y que
deja un buen regusto a pesar de la amargura de algunas de sus
páginas.
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