La escritora considerada el descubrimiento literario del año esconde detrás de su figura muchas horas de trabajo y una vida trágica.
Si en este año que se
acaba ha habido un boom literario con nombre propio, ese ha sido el
de Lucia Berlin con su Manual para mujeres de la limpieza
(Editorial Alfaguara). Hay quien dice que no aporta nada nuevo al
género, pero su estilo aporta una mirada lúcida, fresca y original
al día a día americano.
Su estilo conciso y seco
puede recordarnos en primera instancia a narradores como Raymond
Carver o Charles Bukowski. La escritora tuvo una vida azarosa y
disoluta que se empeña en reflejar en sus relatos.
Vivió en Sudamérica
durante su niñez, al ser su padre un ingeniero de minas de Chile.
Allí, en el seno de una familia acomodada, acudirá a colegios
exclusivos de monjas, de los que sin embargo, se las ingeniará para
que la expulsen. Ese mundo algodonoso de la enseñanza religiosa, con
sus bien medidas rutinas y su división en horas engloban gran
cantidad de relatos sobre su infancia.
Tras la niñez, nada será
lo mismo. Vivió en Texas, tuvo mucha relación con la vida cultural
de México y contrajo matrimonio varias veces, teniendo cuatro hijos
en total. Atravesó varios divorcios, varios procesos de alcoholemia
y varias recuperaciones. Son esos relatos los que pueden recordar más
a Charles Bukowski y sus periplos buscando alcohol por Los Angeles y
consumiendo todo lo que se ponía a tiro, incluso jarabe para la tos.
Pero de estas
experiencias nacen los relatos de Lucia Berlin: sorprendentemente
lúcidos e increíblemente frescos. Una mirada capaz de describir el
turno en una lavandería con un lírica extraordinario. O las
experiencias reales de los múltiples trabajos que realizó durante
toda su vida. Fue enfermera, encargada de centralita de un hospital,
mujer de la limpieza e incluso profesora de literatura, en un trabajo
que ocupó al final de su vida, gravemente enferma por una
insuficiencia respiratoria.
Porque la muerte tampoco
escapa a su mirada serena y escrutadora. En este caso es la muerte de
su hermana, enferma de cáncer, la que le ofrecerá un contacto con
lo lúgubre. Sin embargo, su experiencia mexicana la llevará a ver
la muerte desde otra perspectiva más humana. Y todo ello con traumas
procedentes de una madre alcohólica que siempre amenazaba con
suicidarse y una familia disfuncional.
Lucia Berlin es un rayo
de luz en las tinieblas. Una mirada fresca al aterrador mundo que nos
rodea.
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