El escritor nipón narra con gran maestría el interior de las habitaciones y el universo de la mujer durante la época del Japón feudal.
Yaichi es un anciano
ciego que se dedica a dar masajes. Tal es su habilidad, que será
requerido por las esposas de los más altos señores feudales. Su
profesión le dará acceso a un mundo femenino, restringido a casi
todos los sirvientes y además será partícipe de las batallas
históricas más importantes de su tiempo.
Con una gran
sensibilidad, en La Historia de un ciego (Satori Ediciones), Tanizaki Junichiro usa la figura del masajista ciego,
confesor de las mujeres a las que trata, para adentrarnos en el mundo
desconocido de las mujeres japonesas durante la época de los
samuráis.
Servirá a Okichi y a sus
tres hijas, personas reales de calado histórico. Éstas no sólo le
confiarán el cuidado de su cuerpo, sino también le narrarán los
sinsabores de sus vidas, en medio de las batallas por el poder. El
propio Yaichi tendrá parte relevante en esta historia al
protagonizar una huida con el joven príncipe. En este sentido,
resulta conmovedor la descripción que hace de los niños del palacio
y de las relaciones con los mismos. Los niños, al menos hasta su
edad adulta, también pertenecían a dicho universo femenino, ya que
las madres los cuidaban hasta que comenzaban a aprender el arte de la
guerra. Por eso, resulta especialmente conmovedor la implicación
sentimental del narrador con los pequeños príncipes y su
intervención para salvarlos a pesar de sus limitaciones.
También me parece
acertada la inclusión, como viene siendo habitual, de un glosario de
términos al final del volumen, ya que existen gran cantidad de
palabras sobre todo referidas a la vestimental oriental que pueden
sonar extrañas a oídos occidentales. A este respecto, resulta
gozosa toda la descripción relativa a las indumentarias, peinados y
maquillaje de las mujeres niponas de la época.
Este libro puede
considerarse una suerte de novela histórica, pero narrada desde un
punto de vista muy original. Lejos de contar las gestas plenamente
masculinas, Tanizaki Junichiro recurre a la narración de un mundo
complementario que en aquella época pasaba desapercibido. Las
mujeres, tanto las oficiales como las concubinas, tenían como
función la de tener hijos y la mayoría de las ocasiones no eran
tenidas en cuenta. Sin embargo, detrás de las paredes de estos
particulares gineceos fluyen todo tipo de conversaciones, historias,
canciones, poesías y planes frustrados.
El libro es muy
interesante y se lee casi de un tirón. El lenguaje desprende lirismo
y el personaje ciego es capaz de transmitir con sus palabras las
intrigas bélicas del Japón de la época. No en vano Tanizaki
Junichiro fue candidato al Premio Nobel de las letras. Una gran
oportunidad de descubrir su prosa lírica y a la vez cercana.
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