Con este despliegue de sentido del humor e ironía, el autor rumano hace una crítica del mundo cultural que le rodea.
Mircea
Cărtărescu es uno de los escritores rumanos más famosos de la actualidad. Sin
embargo, aunque el reconocimiento le ha llegado en forma de premios y viajes
por Europa, muchas veces sigue siendo un desconocido en su propio país. Los
tres relatos que conforman este volumen, editado por Impedimenta, reflexionan
sobre el absurdo del gran sistema burocrático que sostiene Rumania, sobre la
imagen que se tiene de los intelectuales rumanos en el extranjero, y sobre los
tópicos que rodean la vida cultural.
El
primero de estos relatos es Ántrax.
El autor, en plena psicosis post 11 de septiembre, recibe un sobre acolchado
con lo que parece ser ántrax. En un mundo en el que hay avisos porque los
terroristas han comenzado a enviar esporas de ántrax por todo el mundo, el
autor y su mujer acuden a la policía rumana para denunciar el envío de este
sobre. Para empeorar las cosas, el envío procede de Dinamarca, lugar al que Cărtărescu
ha criticado en una entrevista reciente. En primera persona, con una prosa
cargada de sarcasmo y de sentido del humor, el autor rumano cuenta su
peregrinación kafkiana por el edificio de la policía para denunciar el suceso.
Las Bellas Extranjeras, el relato más
largo del volumen y el que da título al libro, narra la estancia del autor en
Francia, junto a otros escritores rumanos, para dar a conocer su obra en varias
ciudades. Además de criticar el panorama sombrío de las letras de Europa del este
y de sus compatriotas, el autor constata además que en Francia las cosas no
están mucho mejor. El viaje se convierte en un absurdo peregrinar por diversas
ciudades del país galo donde se repetirán sistemáticamente los mismos
prejuicios hacia su procedencia. Cărtărescu se lamenta con amargura de la
paradoja que resulta que los rumanos pidan respeto en Europa cuando son ellos
mismos los que siguen presentándose a ojos de la gente como un pueblo todavía
ignorante de ciertas cuestiones. Pero a su vez, el resto de países no se
molesta en romper los estereotipos imperantes y por eso les obsequian con una
cena rumana especial en el que el tono del autor alcanza unas cotas de humor
negro y de sarcasmo ciertamente hilarantes.
En
el último relato, El Viaje del Hambre,
el autor narra otro periplo por Rumania, en el que tiene que dar una charla y
que por diversas circunstancias, pasa casi cuarenta horas sin comer. Al igual
que el resto de cuentos, está salpicado de referencias culturales no sólo a la
literatura rumana, sino a la universal.
En
resumen, es un libro que hará aflorar una sonrisa o una carcajada franca en el
lector. A pesar de todos los contratiempos, de no ser del todo conocido en su
país o de las circunstancias adversas, Cărtărescu nos enseña una valiosa
lección, y es que frente a la adversidad o a la mala suerte, hay que seguir
escribiendo, contra viento y marea.
Mucha cosa buena leo sobre este autor.
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