La escritora madrileña desgrana en esta novela las relaciones a distancia y cómo pueden envenenar nuestra vida.
Sonia
se aburre en el trabajo y comienza a conectarse a Internet, leyendo foros y
entrando en chats literarios en los que puede hablar de libros y autores. En
uno de esos chats conoce a Knut, un curioso personaje que se dedica a robar en
grandes almacenes. Al principio, él se ofrece a robar para ella los libros que
le pida. De esta forma comienza una extraña relación en la que ambas partes se
cimentan sobre un acuerdo: ella lee los libros y después los comentan en
correos electrónicos interminables en los que Knut le exige un grado de
atención mayor. Poco a poco comienza a enviarla otros regalos, como cremas caras,
lencería fina y perfumes. Pero sobre todo, libros, en unos envíos gigantescos
que comienzan a agobiar a Sonia. Aunque le cuente su vida y sus problemas a
Knut y sea la persona que mejor la conoce, este comienza a exigirle un nivel
cada vez mayor de compromiso con la literatura. Un nivel que Sonia no sabe si
podrá alcanzar.
Hoy
en día resulta normal encender el ordenador, conectarnos a Internet, entrar en
nuestras redes sociales e intercambiar mensajes y comentarios con nuestros
contactos, sin reparar en que a muchos de ellos ni siquiera les conocemos en
persona. Los chats son otra forma de conocer gente que comparte nuestras mismas
aficiones y estímulos. Se produce entonces una paradoja a la que casi muchos de
los habitantes de este mundo se enfrentan, como es el hecho de que muchas
veces, nuestros mejores amigos no son seres tangibles con los que podamos
quedar y tomar un café mientras les contamos nuestros problemas, sino personas
que están, al igual que nosotros, detrás de una pantalla de ordenador a cientos
de kilómetros de distancia.
Estas
relaciones suelen ser inocuas e incluso banales. Pero ¿qué ocurre cuando una de
estas relaciones se envenena con la realidad y amenaza con entrar en nuestro
mundo poniéndolo patas arriba? ¿Qué pasa cuando una persona, a la que ni
siquiera hemos visto nos exige más y más y sabe más de nosotros que la gente
que nos rodea? Este es el punto de partida que escoge Sara Mesa para
reflexionar sobre la comunicación en la era de Internet y las nuevas
tecnologías. Es un análisis de la esquizofrenia que puede llegar a sufrir una
persona que tiene una doble vida: una real y otra que esconde en Internet.
Porque Knut, pese a toda su exhaustividad y las ganas de controlar la vida de
Sonia, sigue fiel a sí mismo, manteniendo la misma identidad y el mismo
comportamiento dentro y fuera de la Red.
Es
una novela también sobre el relativismo moral que suponen los hurtos en los
grandes almacenes. De cómo algo que muchas personas justifican diciendo que ya
cuentan con esas pérdidas producidas por los robos puede erigirse en un modo de
vida. Y es que Knut no sólo roba para darle a Sonia los libros que ella le
pide, sino que lo ha convertido en una forma de vida y en un modo de luchar
contra un sistema burgués demasiado reglamentado.
Se
trata de una novela que reflexiona, en cierto modo, sobre la soledad que se
experimenta al otro lado de un teclado, lo que lleva a que cada día, cientos de
personas anónimas le confiesen a otras personas a las que ni siquiera conocen,
sus secretos más íntimos, o que intercambien fotografías con gente a la que
nunca en su vida conocerán en persona. Es un fenómeno relativamente nuevo, pero
no exento de riesgos y sobre todo, del que deberíamos tener cierto miedo. La
cicatriz a la que hace referencia el título es una metáfora muy adecuada de la
intimidad que podemos llegar a enseñar.
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