La última obra de la escritora japonesa Banana Yoshimoto (Satori Ediciones) es un libro sobre viajes y situaciones vitales.
Banana
Yoshimoto empezó a sonar con fuerza tras la publicación de Kitchen, su primera novela. Han pasado varios años desde entonces,
y la escritora nipona ha atesorado vivencias, ha cuidado de varios animales, ha
ampliado la familia y ha viajado por muchos países del mundo.
De
este modo, lo que parece siendo un libro de viajes en el que la autora reflexiona
sobre sus experiencias en el extranjero (como podría pensarse al leer sobre su
estancia en Egipto o en Italia) termina siendo un recorrido por sus momentos
vitales más importantes.
Porque
para Banana Yoshimoto, tal y como reza el título del libro, la vida es un
viaje. Por eso comparte con nosotros no sólo sus experiencias en países
extranjeros, sino también cómo la han cambiado dichas estancias a nivel vital.
Por eso enumera vivencias como el nacimiento de su primer hijo, la pérdida de
valores de la juventud nipona actual, la muerte de su mascota, sus relaciones
con los ancianos, etc. Son pequeños extractos que la autora escribía mientras
trabajaba en otras novelas o simplemente mientras viajaba. La comparación de la
idiosincrasia del país en cuestión sufre inevitablemente, la comparación con su
Japón natal, al que a veces presenta como un país estricto y rígido.
Otro
de los factores que hacen que este libro sea tan apetecible es la cuidada
descripción que se hace de la comida, de una manera exquisita y sensorial. Esta
es una característica común a gran parte de la literatura japonesa, y sirve
para introducir al lector en ese gusto de los japoneses hacia lo gastronómico. También
nos habla de las formas algo enconsertadas que se dan dentro de la sociedad
japonesa, y que la autora compara con comportamientos más espontáneos, como el
de los italianos o en general, con el de los habitantes de países
mediterráneos.
Del
mismo modo, es de agradecer la cercanía del lenguaje y la autenticidad de
sentimientos que plantea la autora. De esta forma, el lector puede sentirse
identificado con muchas de las situaciones que se narran en el libro, como si
estuviese disfrutando de una conversación con un amigo cercano o un familiar.
Aunque
puedan parecer a priori retazos deshilvanados, en realidad se estructuran en
torno a una premisa común, como es el empeño de la protagonista de atesorar el
mayor número de recuerdos y de buenas experiencias porque es lo único que nos
vamos a llevar al otro mundo.
En
resumen, se trata de un libro delicioso, que establece una gran empatía con el
lector al describir situaciones por las que casi todo el mundo hemos pasado. El
tono generalmente optimista de Yoshimoto también alcanza momentos de gran
hondura y tristeza, para luego reponerse y aprender de las experiencias
vividas.
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