Jon Bilbao analiza a través de este conjunto de relatos las complejas relaciones familiares.
En
sus relatos lo cotidiano deviene adverso y sus protagonistas tendrán que hacer
frente a conflictos interiores que encuentra su correlato en el exterior.
Ejemplo de ello es el del ejecutivo que sufre el ataque de un perro mientras es
devorado por los celos enfermizos que siente hacia su mujer. O el del matrimonio
que disfruta de su luna de miel cuando el marido descubre una nueva afición en
moldear dientes de cera para su mujer. O el del exiliado del pueblo que regresa
a enterrar a su padre y descubrir cómo ha cambiado el lugar y las gentes que lo
habitan.
Parejas,
padres, hijos o hermanos. Nadie se salva de la metódica disección a la que
somete el autor a sus relatos. En este sentido, es especialmente notable el
relato Horror a bordo del Boris Butona,
una historia especialmente angustiosa que explota el lado oscuro de la relación
entre dos hermanas, que compiten por hacerse con los mejores restos de barcos
abandonados.
Quizá
lo más notable del libro sea el tono contenido con que está escrito. Hay
historias que son verdaderamente terroríficas, pero están narradas con una
calma y una cautela que las hace (si cabe) más escalofriantes. Otra de mis
favoritas por su capacidad de hacernos contener el aliento es el cuento de las
piezas del Lego, que en realidad está escrito en forma de carta de un padre a
la madre de un compañero de colegio de su hijo.
Jon
Bilbao toca varios temas familiares, y no todos son buenos. En la mayoría de
familias sabemos que se producen peleas por una herencia o un quítame allá de
unas tierras. En otras, los conflictos se esconden tras sonrisas encantadoras y
comidas los domingos. Hurgar en esa basura y sacarla a la luz sin resultar herido acaba dando como
resultado libros tan buenos como este.
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