“Lo que sueñan los insectos”, Javier Quevedo Puchal

El ganador del último premio Nocte a la mejor novela de terror nacional nos trae Lo que sueñan los insectos (Punto en Boca, 2013), una historia basada en la desaparición de una joven con oscuras consecuencias. 


Isabel desaparece de su casa de Sitges sin dejar rastro. La policía y los investigadores privados contratados por la familia no encuentran ningún rastro de la joven. La investigación se cierra. El carácter problemático y rebelde de Isabel hace posible que se haya escapado de casa o sea carne de secta. Años más tarde, el padre de la joven se pone en contacto con Milena, su mejor amiga de juventud, que ahora disfruta de su éxito como escritora de temas paranormales. Algo no cuadra en la desaparición de Isabel y Milena moverá todas las piezas para tratar de descubrirlo.

El género de terror, que durante años ha permanecido sin alteraciones notables, vive ahora un resurgir en las letras españolas. Casos como el Emilio Bueso o Ismael Biurrun comienzan a ser cada día más frecuentes. Sin embargo, en este caso no estamos más bien ante un libro de suspense. Es cierto que se adentra en los aspectos más oscuros de la psique humana, pero lo hace desde un punto de vista muy clásico y depurado. Es decir, no deja de estar basado en un misterio cuya solución se esboza en las últimas páginas. En este sentido, puede recordar bastante a Stieg Larsson y a su Los hombres que no amaban a las mujeres, ya que el planteamiento inicial es muy parecido. A saber, una joven desaparece de su casa en extrañas circunstancias y años más tarde un familiar decide reabrir el caso porque sabe que la policía no ha hecho todo lo posible para resolverlo.

No obstante, eso no quita para que tenga algunos momentos de gran calado psicológico, en los que el autor recupera la narrativa de terror de escritores como Clive Barker y sus monstruos aparentemente normales. En ocasiones también puede recordar a Ramsey Campbell, sobre todo en la capacidad para crear ambientes. En resumen, se trata de una obra bien llevada que cuenta con algún elemento imprevisible. La única pega que le pondría es la existencia del prólogo, ya que no se trata de ninguna edición póstuma ni comentada. Pero la historia pasa la prueba y esperemos que su autor nos depare más sorpresas en el futuro.

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